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Mostrando entradas de noviembre, 2014

Tu niña amada

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Añoras lavanda mas aroma a jazmín del nocturno que fragante el espacio inunda. Crees que no te quedará vida para acariciar su piel pero ella hermanada de viento vuela en sueños desafiando al océano sólo para besar tu frente, sólo para aquietar tus penas. Provocas su risa y llanto atempo, acaricia tus letras, las hace suyas, las cuida, las mece, las traspasa. Tal vez su cuerpo sea mapa recorrido por las manos de otro. Si ese delgado hilo rojo se desenredara y lograran encontrarse en el lugar preciso a la hora exacta. Si los astros se alinearan, si pudiera decirte donde está tu niña amada.

Quiero llevar tu sello...

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Quiero llevar tu sello, estar marcada como una cosa más entre tus cosas. Que las gentes murmuren: allá pasa, allá va feliz, la señalada, la que lleva en el rostro esa antigua señal de risa y lágrima, la cabellera derramada y viva, toda ella una antorcha y toda llama, musgo de eternidad sobre sus hombros resplandeciendo así, como una lámpara. A mis pies, un rumor de muchedumbre se irá abriendo en canal, como una calle. No me importa que digan: esa mujer que escapa como ráfaga, que no ve fuera de su sangre, nada, que ya no escucha fuera de sus voces, que no despierta sino entre sus brazos, que camina sonriendo; esa mujer que va segando el aire, la boca contra el viento, le pertenece toda como un libro, como el reloj, la pipa o el llavero. Como cualquier objeto imprescindible que es uno mismo a fuerza de ser nuestro. Quiero que todos sepan que te quiero: deja tu mano, amor, sobre mi mano. Sobre mi corazón, deja tu sello. Julia Prilutzky Farny