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Mostrando entradas de noviembre, 2015

Memoria de Noche

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Madrugada, el puerto adormeció, amor  La luna se mece sobre las olas.  Piso espejos antes de que salga el sol  En la noche guarde tu memoria.  Perderé otra vez la vida  cuando la luz rompa en las rocas,  perderé el dia que aprendí a besar  palabras de tus ojos sobre el mar.  Perderé el dia que aprendí a besar  palabras de tus ojos sobre el mar.  Vino el luto antes de venir el rumor,  lo llevó la marea bajo la sombra.  Barcos negros surcan la mañana sin voz;  las redes vacias, sin gaviotas.  Y dirán, contarán mentiras  para ofrecérselas al Patrón,  Querrán cerrar con unas monedas, quizás,  tus ojos abiertos sobre el mar.  Querrán cerrar con unas monedas, quizás,  tus ojos abiertos sobre el mar.  Madrugada el puerto despertó, amor  el reloj del bar quedó atracado  en la costa muda de la desolación.  No vamos a olvidar, ni a perdonarlo.  Volveré, volveré a la vida...

Hola (Hello- Adele)

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Hola, soy yo... Me estaba preguntando si después de todos estos años, te gustaría que quedásemos, para analizarlo todo. Dicen que el tiempo se supone que cura, pero no ha curado mucho. Hola, ¿puedes oírme? Estoy en California, soñando con lo que solíamos ser cuando éramos jóvenes y libres. Se me ha olvidado cómo era antes de que el mundo se viniera abajo a nuestros pies. Hay muchas diferencias entre nosotros, y un millón de millas. Hola desde el otro lado. Debo de haberte llamado un millar de veces, para decirte que lo siento, por todo lo que he hecho. Pero cuando llamo, parece que tú nunca estás en casa. Hola desde el exterior. Al menos puedo decir, que he intentado decirte que lamento haberte roto el corazón. Pero no importa, evidentemente ya no es algo que te haga polvo. Hola, ¿cómo estás? Es tan típico de mí hablar de mí misma, lo siento. Espero que estés bien, ¿conseguiste salir de aquella ciudad en la nunca ocurría nada? No es un secreto que los dos nos estamos qued...

CUENTO DE LAS CARTAS DE AMOR Eduardo GALEANO (Adaptación)

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Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores, casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito . A ellos lo que les pasó fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar, no se cortó un pelo y dijo: “ Ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión”. Se acercó a la mesa y dijo: - ¿Me permite? - Por supuesto. Esto solo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real: por lo general, cuando dices: “¿Me permites?, dicen: “¿De qué?”. A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá que inventar otra historia en la que ella le dice “¿De qué?”. En este caso, ella lo invitó a él para que se sentase y él se sentó. Y, claro, no había de qué hablar.“¿Y qué lees?”. Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella...