EL VIAJERO

El viajero anda
con su carga elemental de soledades.

El viajero es hombre, y por hombre
calla
sus misterios,
carga con sus penas y camina
por los caminos grises de la tarde.
La que relata
alguna vez hallo en los ojos
del caminante
un hilo verde de agua, casi llanto, casi lágrima,
mientras el viajero sonreía ausente
en salvaguarda de intimidades.
La que relata
sabe
que el viajero tiene sus compesaciones
en el ejercicio de sus soledades;
que hay noches que agolpan
memorias de amigos
decididamente fraternales;
presencias y ausencias de inaudita paz;
de sentirse amado
por los testigos de su paso, de su viaje
(porque se siente amado
por los árboles,
por el río y hasta por la luna.
Por alguna flor de tarde en tarde.)
Cuando el viajero deje
su cuerpo aquí, en cualquiera de sus calles,
y el alma parta en retorno a Dios,
sera tangible al fin
su carga elemental de soledades.

GABRIELA

Comentarios

Joaquín Pérez Azaústre ha dicho que…
Muy hermoso poema, Gabriela, con un tono machadiano de contemplación castellana del paisaje, de esa soledad honda y meditada. Me ha gustado mucho. Un abrazo!

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